
Deslizaba sus dedos entre las esquinas de las frágiles páginas del álbum, pasándolas hábilmente una tras otra, regresando por momentos a aquella infancia de agua salada, castillos de arena y paredes encaladas frente al mar.
– ¿Son las fotos de aquellos veranos? –le pregunté mientras dirigía hacia las instantáneas una mirada de interés-.
– Así es. Las ojeo como cada año –repuso ella tras una breve pausa-. Todavía hoy me resulta inevitable recordar el aroma a salitre y a largos días de playa en familia. Por cierto, mira qué guapa está aquí mamá.
– Sí –confirmé-, parece que fuera ayer. ¿Y has visto en esta a los abuelos? –pregunté con entusiasmo señalando otra fotografía-. Míralos, qué jóvenes están. En realidad siento como si nunca se hubieran ido, como si aquellos veranos no hubiesen aún terminado.
Asentimos y dimos paso a un cómplice silencio. Entretanto, página tras otra, aquellos recuerdos de color anaranjado -fruto éste del paso de los años- me transportaron nuevamente a los sombreros de paja de papá, tan bohemio y jerezano, a los ojos verdes de mamá -que en la foto que queda a la vista me coge en volandas y me mira con cariño-, o las gafas de los abuelos, esas de cristal grueso y tono verdoso, síntoma inequívoco del inexorable paso del tiempo.
– Creo que no nos dimos cuenta, pero aquellos fueron los mejores veranos de nuestra vida –comenté con nostalgia.
– ¿No lo son cada uno de ellos, una vez quedan atrás? –inquirió mi hermana con grácil espontaneidad-.
Cruzamos nuevamente la mirada y sonreímos. Acto seguido cerré el álbum y lo coloqué de vuelta en la estantería. Me fijé fugazmente en nuestros rostros adultos y comprendí entonces que nunca volveríamos a ser más jóvenes de lo que éramos ahora. Quizás fuese éste, una vez más, el verano de nuestra vida, pero aún era pronto para darnos cuenta. Tarde o temprano, al volver a abrir ese álbum, lo acabaríamos comprendiendo.
Nuria
Bellamente escrito, sin duda sí tienes madera de escritor
Rafael Gil
Muchas gracias, Nuria. Como bien sabes, la vida es un camino y por más que miremos atrás o pensemos en el futuro, el mejor momento es el ahora. Y el único, en realidad. Un abrazo y gracias por leerme.