
De Cádiz a Madrid hay 650 kilómetros. De Madrid a Florida 7000. Y de Florida a la Voyager 1, 22.650.613.602,7 km. Probablemente nuestra mente, tan proclive a la imaginación y al divague para otras cosas, se muestre incapaz de hacerse a la idea de semejante magnitud. San Agustín, refiriéndose a Dios, proclamaba que intentar comprenderlo era como tratar de meter toda el agua del océano en un boquetito que hubiéramos cavado en la arena de la playa: simplemente es imposible. Pues esto es similar.
Empero, hay determinadas realidades que no es necesario comprender en plenitud para poder contemplar su belleza. Cuando la sonda espacial Voyager 1 fue lanzada el 5 de septiembre de 1977 desde Cabo Cañaveral, entre sus 722 kilos de peso (terrestres, claro) llevaba una cámara fotográfica que tomaría unos años más tarde la fotografía que ilustra este artículo y que hoy nos sirve de excusa para hablar, siquiera por un momento, de los grandes temas que nos gustan.
Por insistencia del astrónomo y divulgador Carl Sagan la Nasa incluyó dentro de los objetivos de la misión de la Voyager 1 la obtención de una serie de fotografías de “nuestros hermanos” del Sistema Solar, en lo que se llamó “Foto de familia”. La totalidad de las mismas pueden encontrarse en internet pero, de entre todas, destaca aquella tomada el 14 de febrero de 1990, horas antes de que la Voyager 1 apagara su cámara para siempre, a 6.000.000 km de nosotros y que recibió el precioso título “Un punto azul pálido”. Por vez primera la fragilidad en grado sumo encontraba una plasmación gráfica.
… Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará nostáljico…Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
«El viaje definitivo», tomado de Corazón en el Viento,
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.
en Poemas agrestes, 1910-1911.
A Juan Ramón Jiménez el campo le surtía de elementos infinitos para expresar cuantas ideas quisiera. Joder, este verso: “Se morirán aquellos que me amaron; y el pueblo se hará nuevo cada año”; me pone los pelos como escarpias y a la vez me deja hecho polvo. No es un texto alegre. Si tienes un mal día casi mejor que no lo leas, pues va a acabar de rematarlo.
Y sin embargo ese poso de verdad profunda no deja de servirnos para poner en contexto nuestra vida entera. Tan sencillo y tan abisal a un tiempo. Uno, que es poco amigo del relativismo en términos generales, se ve reforzado en sus ideas. Si yo soy la medida de mi vida y del mundo; cuán pobre es esa medida, cuán pobre es esa vida y cuán pobre es ese mundo.
“El asombroso mundo de Gumball” es una serie infantil de dibujos animados bastante engañosa. Por supuesto, sirve para tenerlos un rato delante de la tele y comprar con ello unos minutos de tranquilidad. O eso le supongo, yo no tengo hijos. De manera que soy yo el que la ve.
Y lo hago porque, y esto es apreciación personal, aborda muchos de los grandes temas de la humanidad desde su propia y genuina perspectiva; sin traicionar JAMAS su fondo, su forma y, sobre todo, el público al que va dirigido. En la más pura tradición de las buenas historias de animación, no toma a los niños por gilipollas.
La canción enlazada es buena prueba de ello. Con su tono desenfadado entra de lleno en el debate/idea que en este minúsculo artículo estamos tratando de contar. ¿Tienes un problema? ¿Piensas que es grande, inabarcable, eterno, inasumible para ti? Ponte en contexto. Simple y verdadero. Nada hay tan importante.
Concluir eso es liberador. Eleva el espíritu, siquiera un poquito. Deja alta la moral. Es como pasarse el juego de la vida con red, con bola extra, con champiñones del Super Mario Bros guardados en el bolsillo.
En realidad casi nada de lo que ha estado leyendo desde el inicio del artículo es verdad. Los cuatro datos sobre la Voyager 1 y poco más. Pero es eso lo bonito, lo extraordinario. Sembrar la idea y que cada cual la tome por donde más le plazca. Estas fueron las ideas de Sagan, las ideas de Juan Ramón Jiménez y las ideas de los responsables de “El asombroso mundo de Gumball”.
Y luego están las mías, tan cortas que se ven obligadas a pivotar sobre las de otros para expresarse. En resumidas cuentas: Que nada material hay eterno y que es justo eso lo que nos permite ser verdaderamente libres.
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