
¿Hacia dónde se dirige nuestro pensar al leer nombres tan dispares como Aristóteles, Copérnico, Teresa de Calcuta, Shakespeare o Velázquez?
Leer artículo
La lectura de Ébano me traslada a ese África que descubrí hace casi dos años al aterrizar en Nairobi: un continente cuya esencia se mantiene indemne, que ni cambia ni pretende cambiar. Una atmósfera indescriptible, un lugar donde volver a soñar.
Tierra pura, viva y muerta, árida, desértica, tropical. Ajena al tiempo, anclada al pasado, libre de cadenas, perenne libertad. Inmensa como su firmamento, entre bosques, sabana y mar. Reina del baile y la alegría, sonrisas frente a la realidad. Hambre, dolor y miseria, enfermos que no despertarán jamás. África, tan lejos del mundo, ¿dónde ha quedado la humanidad?
Cincuenta días han transcurrido desde mi regreso a Uganda y vuelvo a sentirla mi hogar. Es bonito echar de menos, pero mejor aún echar de más.
Sin comentarios