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29 Jun

Tiempos modernos

El teletrabajo ha llegado, pero… ¿para quedarse? Si analizamos la situación de los trabajadores españoles, podríamos deducir que el teletrabajo tiene ciertas ventajas respecto al trabajo presencial pero que, a la vez, e inducido por la situación extraordinaria de pandemia global que vivimos; está suponiendo un lastre en muchos otros sentidos. Este sentir proviene de la connotación que se le está dando en muchas empresas. Se está demostrando que el teletrabajo es un concepto demasiado moderno para aquellas estructuras arcaicas que, pese a la puesta a punto tecnológica para trabajar a distancia (en tiempo récord, eso es evidente), no pueden poner en práctica de un día para otro los conceptos del trabajo moderno. La mentalidad es el timón de la metodología de trabajo, sea cual sea ésta, y debe ser la primera en cambiar para que el funcionamiento de la empresa se actualice a nuestros tiempos.

No obstante, el teletrabajo tiene entre sus objetivos conciliar la vida laboral y familiar; y deja de ser efectivo en el momento en que se convierte en un “oficinismo telemático”, donde predominan los horarios inflexibles de la metodología presencial, el control excesivo por parte de superiores y la nula posibilidad de autogestión de la carga laboral y tiempo. Sin embargo, lo hemos asumido como tal y no es raro detectar numerosos ejemplos de gente que se siente “castigada” trabajando en casa o de empleados que se están viendo obligados a trabajar durante más horas que cuando lo hacían presencialmente por el simple hecho de estar en casa, frente al ordenador, conectados en todo momento y sin poder diferenciar trabajo de todo lo demás. Hay, por otro lado, muchas empresas (la mayoría nuevas o actualizadas acorde a los tiempos de digitalización que vivimos) que apenas están notando los efectos de la pandemia y que han instaurado un sistema de trabajo adecuado, que mantiene los ritmos y tiempos de la época pre-crisis y cuya conciliación familiar-laboral no ha cambiado.

La reflexión, por tanto, queda servida en bandeja… ¿Estamos entendiendo mal en qué consiste el teletrabajo? ¿Seremos capaces de apreciar aquellos ejemplos positivos y tratar de cambiar los malos hábitos o esperaremos a que vuelva el «presencialismo» para que todo siga funcionando como hasta ahora? ¿Realmente queremos que las cosas cambien tras la crisis o en el fondo ansiamos regresar a la cómoda normalidad de antaño?

Esta crítica al mal concebido concepto de teletrabajo se debe a que, en mi opinión, el trabajador está sufriendo las peores consecuencias de este sistema, tendiendo a ser controlado en todo momento mediante llamadas o mensajes continuos y viendo totalmente anulada su capacidad de autogestión. La conciliación personal y familiar ha pasado, poco a poco, a un segundo plano pese a los tiempos tan difíciles que corren. Tiempos en los que –ya lo vaticina la OMS-  la salud mental está al borde del descalabro en todo el mundo mientras que, sin embargo, existe esta tendencia que provoca día tras día mayores niveles de estrés y ansiedad. El teletrabajo, por tanto, no es tal si se trabajan más horas que en la oficina y se duermen menos; o si estos niveles de estrés y ansiedad siguen en aumento. De hecho, se trata de un sistema que surgió precisamente para que estas situaciones del día a día, las laborales y las que no, pudiesen coexistir. A estas alturas lo que me pregunto es si realmente queremos cambiar nuestras formas y sistemas de trabajo, o si de verdad ha llegado la hora de que nos preguntemos como sociedad cuáles son las fragilidades de nuestro sistema y cómo solventarlas.

En definitiva, de nada sirven los alegatos a favor de la implantación del teletrabajo si se desvirtúa su idiosincrasia a la hora de llevarlo a cabo. De nada sirve lamentarse de los bajos niveles de salud mental de los que goza la población, hoy más que nunca, si no se concretan medidas de conciliación entre la vida laboral y personal. De nada sirve, tampoco, quejarse sobre esta situación si no se actúa individualmente para conseguir un cambio de rumbo (primero individual, después colectivo). Pero si de algo sirve escribir sobre ello es como método de concienciación de los errores que se están cometiendo en la actualidad, y a partir de ahí poder canalizarlos en acciones positivas. El teletrabajo no es más que una excusa para destapar, una vez más, nuestros grandes defectos como sociedad.

RGG

Arquitecto, emprendedor, inquieto, lector e intento de escritor.

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